viernes, 15 de noviembre de 2013

Día 4: A mí nadie me Followea.

Al abrir la cuenta esta mañana he comprobado, no sin cierto grado de desaliento, que mis tuits (o sea esos escritos que aparecen en la pantallita y que los llamaré así a partir de ahora para que nos entendamos) no han obtenido respuesta alguna. Eso sí, esta gente no para de escribir y escribir como poseídos por un ansia de comunicación descomunal. Intentando saber qué es lo que falla, he llamado a uno de mis amigos informáticos y le he explicado mi desazón.

Le he preguntado que si puedo saber cuántos han leído mis mensajes, para hacerme una idea del grado de mala educación existente y, muy amablemente, me ha hecho los cálculos pertinentes:

-A ver, alma de cántaro, ¿Cuántos seguidores tienes?
-Espera que lo miro... ninguno.
(Se produce un silencio en el que, supongo, él está introduciendo esta variable en una calculadora u hoja de Excel para obtener un dato fiable a través de complejas fórmulas matemáticas y así conocer el alcance de mis tuits).

-¿Cuántas menciones has hecho?

-Ninguna, creo.
(Ahora sí que me ha pillado. ¿Cómo voy a hacer algo que no sé si lo que es? Pero como no quiero que me tome por idiota, si es que no lo ha hecho ya, prefiero no preguntar).

-Pero, ¿Sabes lo que es una mención, tronchoberza?
(Es listo el condenado. Cómo se habrá dado cuenta).

Me explica que mencionar no es más que hacer un tuit pero poniendo el nombrecito de un tuitero (con su arrobita delante) así le llega al interfecto y él ya si eso lo lee, o no, a su capricho. Evidentemente reitero que no he hecho nada de eso, que a mí señalar nunca me ha hecho la más mínima gracia.

-O sea que no has hecho mención alguna. Vale.
(Nuevo silencio. Esto lo está metiendo en una Excel seguro y está esperando que el ordenador ejecute los complejos cálculos para darme la respuesta que necesito).

-No te ha leído ni Cristo.
(Muy científica no parece la respuesta, ni muy exacta, pero sí muy desalentadora. Yo ahí escribiendo para que nadie me lea no es precisamente algo que le alegre a uno la mañana).

Según me explica, tengo que hacer que alguien me siga, muchos a ser posible, para que así alguien me lea e interactúe (se precipita al aclararme que esto tampoco es nada sexual como si yo lo hubiera pensado. Bueno, sí lo he pensado pero me jode que me pillen así las intenciones). Me aconseja mencionar a la gente que sigo, contestar a sus tuits con gracia y procurar ir saliendo del aislamiento en el que estoy en estos momentos.

No sin cierta desesperación, para qué voy ir ahora de digno, fijo un objetivo al que hacer blanco de mi primera mención. Es un usuario que no tiene demasiados seguidores, en realidad tiene ninguno, como yo, pero su avatar me ha hecho gracia. Ya sé que es una tontería pero a mí eso de ponerse un huevo como avatar me arranca una sonrisa de admiración porque hay que tener valor para que te represente una imagen así tan alegremente y en la que se esconde el simbolismo de un ser emergente que está por salir del cascarón. Es mi aliado perfecto porque está sufriendo como yo sufro con esto.

Sin dudarlo, escribo su nombre (con la arrobita de marras) y añado: "soy nuevo aquí. ¿Nos followeamos mutuamente?" y me siento a esperar su respuesta. Tras dos horas de falta absoluta de novedades por su parte pero de cientos de tuits de otros inundando mi pantalla, acabo por convencerme de que tal respuesta no ha de llegar.

Pliego velas del trasto este no sin cierto asqueo. Truistte (seguro que no es así pero debería) no me está reportando muchas alegrías. Me da que aquí voy a durar menos que un billete de 500 en el bolsillo de un banquero.

2 comentarios:

  1. Jajajaja!!! Sencillamente espectacular. Su Cuñaofobia es sorprendente.
    (@Agente_Smint))

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  2. Jajajaja, Creo que es una plaga, no soy el único que la siente.

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