miércoles, 13 de noviembre de 2013

Día 2: Hay que seguir a gente.

No he visto la hora de levantarme, aunque tal vez sea por las legañas de haber trasnochado tanto esperando la respuesta que no llegó.

Emocionado y ansioso enciendo el ordenador y miro el Tuiter (sigo sin saber cómo se escribe exactamente). Me estoy meando pero la emoción hace que me aguante. El paso de la ilusión a la decepción es inmediato cuando veo que en la pantalla siguen mis dos mensajes, sin una respuesta, sin nada nuevo.

Pese a que a que mi vejiga empieza a ponerse pesada en su afán por reclamar mi atención, empiezo a darle vueltas a algunas preguntas que me surgen ante tan desolado paisaje: ¿Para qué coño sirve esto? ¿A ver si tengo que hacer alguna cosa que se me ha pasado? ¿El calorcillo húmedo que recorre mi pierna es normal a estas horas? ¿Me tiene manía el dichoso pajarraco azul?

Son preguntas que no tienen respuesta, al menos de momento y al menos no todas.

Después de quitarme el pijama extrañamente humedecido, noto que la presión de la vejiga ha descendido notablemente y confirmo mis sospechas de que Twiter (o como coño se escriba) tiene efectos diuréticos pero poco más. Demasiado bombo. Tiene que tener algún otro aliciente.

A lo largo de la mañana he consultado a varios informáticos que me han dado la clave de mi aparente fracaso. Por lo visto he de conseguir que haya gente que me siga y tengo que seguir a gente para interactuar y que la pantallita se llene de algo más que dos tristes mensajes llenos de ilusión pero sin resultados efectivos.

Atendiendo a tan sabios consejos, me he liado a seguir a gente sin ton ni son por la calle y a preguntarles si querían ser mis amiguitos. No comprendo sus rostros de horror, e incluso pánico, que se han ido produciendo. Decidido a tener seguidores y a seguir he procurado pasarme toda la tarde deambulando por las calles detrás de cualquiera que se cruzara en mi camino.

Agotado, después de dos horas en comisaría y de prometer por lo más sagrado que no volveré a perseguir a nadie, he llegado a casa y me sentado en el ordenador. En el desangelado Twitter (¿Es así o no?) he escrito: "¿Por qué corréis? No os voy a hacer nada". Pese a que he perseguido a media ciudad nadie se ha dignado a contestarme. Tengo que consultar de nuevo a los informáticos.
Escribo mi último mensaje de hoy: "Hasta mañana", que mi padre siempre me decía que, ante todo, educación.

Sigo sin ver claro que esto enganche tanto como dicen.

2 comentarios:

  1. Eso me dice mi psicólogo pero suena mucho mejor si lo dices tú. ¿Dónde va a parar?
    Gracias.

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  2. Yo creo que igual es que ya te has pasado el Twitter.

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