viernes, 22 de noviembre de 2013

Día 11. Full Time?

Llevo unos cuantos días zarceando en el Tururiter (mmmm, no, así no me suena que sea tampoco) y como me gusta ser meticuloso (meti, culoso... tendré que hablar con la R.A.E. acerca de la sospechosa etimología de este término) hoy me he dedicado a hacer recopilación de lo aprendido para asentar conocientos.

Por lo que he podido ver, esta red es, en conjunto decepcionante. Hacerse oír es muy difícil (sobre todo si tenemos en cuenta que es un medio escrito y  que, por mucho que le chilles al ordenador nadie salvo tus vecinos te oyen), tener seguidores es complicado, tuitear bien es costoso y responder sin pisar algún callo resulta complejo. Considerando esto me surge la inmediata pregunta: ¿Por qué coño me meto yo en estos fregaos? (Y, hablando de fregaos, he descubierto una asociación de tuiteros que exigen, incluso con severa contundencia, que nadie pise lo fregao).

También he aprendido que en Tiwter (me acerco un poco más ¿No?) nada es lo que parece. Esto es algo que descubres al ver que los seguidores son followers, a una arroba la llaman conecta, los avatares son de cualquier sitio menos de Pandora. Si hasta un huevo resulta ser una chica con sus cosas bien puestas y todo, poco queda que añadir a este aspecto.

Algo que me ha sorprendido enormemente, es ver a gente que está a todas horas. Por la mañana, antes de que se desperece el gallo, al mediodía con las cervecitas, por la noche con las juergas y al día siguiente con la resaca. ¿Cómo hace esa gente para llevar el ordenador a todos lados? Espero que sea un portátil porque, si no, será curioso ver gente y más gente deambulando con un ordenador enchufado a un cable de varios kilómetros que le permita ir a cualquier rincón de la ciudad y poder contarlo en la red.

Preocupado por esta cuestión y, dado que no he visto a ninguno llevando su ordenador a cuestas como caracol cybernético, le pregunto a los informáticos cómo puede haber gente que no salga de aquí ni para mear. Después de unos veinte minutos de carcajadas (incomprensibles para mí pero el destino se encargará de mandarles a estos frikis una enfermedad venérea dos días antes de que vayan a perder la virginidad), me explican que Trurister (así no me suena bien ni en la distancia) también se puede instalar en el móvil. Creo que mi cara con los ojos como platos les ha convencido para que me ayuden en esta tarea porque me han pedido mi teléfono y se han ofrecido a hacer las labores de instalación por mí.

Les he dado mi Motorola Tango 300, del que huelga decir que estoy orgulloso por su durabilidad y resistencia ya que está como nuevo y jamás lo he tenido que cambiar. Inmediatamente se han puesto a rebuscar por todos los rincones y me han preguntado como siete veces que dónde guardaba la cámara oculta. Cuando he logrado convencerles de que no había nada de eso y les he vuelto a pedir que me instalaran el programita para tuitear han recaído en otros tres cuartos de hora de risas encanadas (lástima no les dé una descarga el ordenador que los deje impotentes, oye). Al fin, me han explicado que ese teléfono no sirve porque debe ser antiguo. No entiendo que, si funciona perfectamente, me vea abocado a cambiarlo pero, parece ser, que si quiero dedicarme un poco más a tuitear es un paso que me veo obligado a dar.

Estoy meditando los pros y contras, las ventajas de meter esto en mi mano y facilitarme el perder el tiempo en cualquier lugar, a cualquier hora y formar parte de cuantos están tecleando en el telefonito por todos los rincones de este alocado mundo. Por un lado me desprendería de un teléfono al que tanto aprecio pero, por otro, eso me permitiría tener la posibilidad de hacer productivo mi tiempo, porque otra cosa no, pero Trutiter (se me va de las manos esto) productivo tiene que ser por narices ya que tanta gente lo usa.

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