Día 12. Eligiendo teléfono.
Pese a mis reticencias, al final me han convencido para que me haga con un nuevo móvil que me permita tuitear a diestro y siniestro. A raíz de conocer esta posibilidad de la moderna telefonía me he fijado y he descubierto a bandadas de gente que son un auténtico deleite para los fisioterapeutas dado el grado de encorvamiento con el que caminan para no perderse detalle de lo que sucede en sus pantallitas. También sospecho que algo tendrá que ver algo que llaman Guasap pero en el que no he querido profundizar que bastante liadas tengo las cosas ya con Twiriter (este es apropiado para los días de frío pero me da que tampoco se ajusta a su nombre original).
Con paso firme he entrado a una tienda de móviles y he procurado aparentar que tenía bien claro lo que es estaba buscando, a fin de que no intentaran timarme que me han dicho que hay algunos en estas empresas que te la meten doblada y esto es algo que, a fecha de hoy, me hace bien poca gracia.
Tras unos minutos mirando su ordenador, el dependiente me ha dicho que tenía acumulados cincuenta y ocho millones trescientos catorce mil novecientos trece puntos por no haber cambiado de móvil en todo el tiempo que llevo en la compañía. Alucinado ante tamaña suma, le he preguntado que qué me dan por tanto punto y, sin perder la sonrisa, me ha contestado que puedo acceder a los últimos terminales sólo con pagar una pequeña cuota mensual durante los próximos dos años. Al oír esto me he dado cuenta de que los llaman "terminales" porque, realmente, terminan con tu cuenta bancaria a golpes de pequeñas cuotas.
Ante mi estupefacto rostro, ha dispuesto cinco modelos distintos. Ha empezado a cantarme maravillas teléfonicas que se pueden conseguir con cada uno de ellos. Con unos podía hacer fotos chulísimas, con otros podía hacer videollamadas para flipar (este debe ser un término sumamente científico pues lo ha aplicado a todos los terminales), con otros podía navegar a altísima velocidad gracias a la tecnología 4G (algo que me ha maravillado porque, jamás he sido capaz de encontrar el punto G y que te pongan cuatro pues como que facilita mucho la labor). Me ha hablado de ancho de banda, de autonomía de la batería (algo que no me hace gracia en principio pues no la quiero que sea tan autónoma que pase de mí a la primera de cambio) y de no sé cuántas cosas más.
Gracias a la claridad de sus explicaciones al fin le he formulado dos simples preguntas que son las que no he acabado de entender en toda su verborrea. La primera, evidente creo yo, ha sido: "¿Y para llamar sirven o eso hay que contratarlo aparte y con otro chisme de estos?" Me ha tranquilizado enormemente la rotundidad con la que me ha asegurado que sí, que rebuscando un poco entre todas las aplicaciones del teléfono es posible encontrar por casualidad la opción de llamar.
La segunda de mis dudas, esta más centrada en lo que me interesa, es "¿Tiene Tuintre?" (sólo se la he tenido que repetir seis veces hasta que me ha entendido pero no se lo voy a tener en cuenta). Por lo que se ve eso no lo trae ningún teléfono y, cuando me he puesto a gritar como un poseso porque yo lo que quiero es que tenga de eso y no lo ofrecen porque no les interesa, se ha apresurado a aclararme que esa es una aplicación que me puedo descargar e instalar (ya verás tú lo que tardo en hacer todo eso sólo porque al niñato ese no le sale de la real gana hacerlo).
Tras tres horas de debate interior, me he decidido por un teléfono grande y lustroso, sin botones (algo que me inquieta porque no sé cómo narices voy a marcar el teléfono del telepizza o del Club Momentos) y que parece ser lo mejorcito que se ha hecho en mucho tiempo.
Con los nervios de un colegial he llegado a casa y he puesto un tuit anunciando mi modernización, a lo que el huevo me ha contestado en unos minutos diciéndome que cómo se me ocurre coger una mierda de Android pudiendo haber excogido otros mejores y que ya veré como me arrepiento. Esto me ha sonado a amenaza y me he sentido triste y abatido. Quiero dejar de entrar aquí y, sin embargo, no puedo dejar de hacerlo por alguna extaña razón que no alcanzo a entender.
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