Va siendo hora de hacer lo posible para lograr que alguien me siga. Está claro que, mientras no me vean y descubran mi gran talento oculto (que mucho debe estarlo porque ni yo sé a ciencia cierta dónde anda) el numerito que indica cuánta gente husmea en mis tuits no va a pasar de cero patatero. Mi cuñao, tan entendido él en todo lo divino y humano, me ha comentado que hay un truco infalible que consiste en ponerme a seguir a alguien para, al cabo de un rato, dejar de seguirlo y volver a seguirlo después, repitiendo la acción muchas, muchísimas veces para conseguir captar su atención.
Como lo dice mi cuñao, y viendo el resultado de todos sus consejos, decido no hacerle ni caso y observar la reacción de otros tuiteros ante tal práctica que, por lo que se ve, no es tan secreta como mi cuñao pretende, aunque él (todo hay que decirlo) suele pensar que todo lo que hace o piensa está a la altura del descubrimiento de la pólvora.
Por otro lado, a mí, de entrada, el método del martillo pilón no me ha dado muy buenos resultados. Las muchas veces que le he pedido a la vecina de abajo sal poniendo ojillos lascivos sólo me han granjeado unos cuantos kilos de sal y la recomendación de la susodicha de que coma rabos de pasas para la memoria y así no vuelva a olvidarla cuando vaya a la compra. Tampoco quiero recordar las muchas ocasiones en las que, con el alcohol como aliado y el ambiente de los bares jugando a mi favor, una actitud insistente por mi parte ha conseguido que sea nombrado un cojonera-fly-man pero sin otra recompensa que la de poder ostentar el título y los honores que ello pueda comportar.
Como digo, los antecedentes y la recomendación enfervorecida de mi cuñao me convencen de, antes de aplicar la técnica, intentar observar si otros la usan y qué resultados les da a ellos por lo que me pongo a rastrear lo que se cuece al respecto y, tras cinco horas de lectura de tuits sobre el follow/unfollow, que si no llega a ser por la recomendación de mi cuñao hubiera pensado que se trataba de una expresión sexual, he llegado a las siguientes conclusiones:
- El 100% de los que lo practican tienen apariencia de gente normal, lo que confirma que no hay que fiarse de las apariencias.
- El 77,7% de los que lo reciben muestran su total disgusto por resultarles molesto.
- El 35,3% restante opinan que yo de matemáticas ando un pelín flojucho.
- El 32,3% que realmente queda no están tan disgustados como los otros sino mucho más, a juzgar por los apelativos henchidos de cariño con los que califican a los que practican el guadianismo followense en Tewttre (debería usar la wikipedia para ver cómo coño se escribe esto, lo sé).
- Todos los casos que he podido observar de follow/unfollow (sé que no tiene nada que ver con el sexo pero a mí escribirlo me está poniendo palote, las cosas como son) han terminado en bloqueo. La mayoría se quedan ahí pero hay un cierto número que, además, van acompañados del deseo de una guantá con toda la mano abierta (que estimo no se trata de un saludo afectuoso).
- El 94% de los tuiteros saben perfectamente en qué día viven (esto no tiene absolutamente nada que ver con el follow Guadiana pero, oye, ya que tanto se esfuerzan en manifestarlo habrá que reconocerles el mérito o algo).
- Un altísimo porcentaje usan signos raros (como :-_____), <3, :-(...) que sigo sin saber qué significan pero que estudiaré a fin de desentrañar porque me da que ahí hay algo. Esto tampoco tiene nada que ver con followear/unfollowear (madre mía, cómo me estoy poniendo, voy a darme una ducha fría después de escribir esto) pero ya que estamos lo pongo.
Jaja! Pero cómo se te ocurre hacer caso de la técnica follow/unfollow?! Jajaja!
ResponderEliminarUna vez más, me he reído mucho (mi jefa está empezando a sospechar...)
Un besote!
:-)))))) lee estas cosas debajo la mesa, así no te verán.
ResponderEliminarUn besote.